El Palau Blaugrana no dejó de vibrar ni un minuto y el microclima no reflejó las derrotas previas ni el golpe de la caída del Barça en el debut.

Si de emociones se trata, el estreno en la fase regular de la Euroliga las tuvo todas. Hasta cierto punto primaron las buenas, por sobre el lamento por las ausencias de Kuric y Mirotic por lesión, o las ansias por el Clásico ante el equipo merengue.

Fichas técnicas y estadísticas aparte, la gente que asistió garantizó un clima que fue algo en qué apoyarse en los momentos en los que el equipo griego lograba ponerse arriba y torcía el buen comienzo del primer cuarto. También maquilló el clima una superioridad del visitante que tuvo su quiebre partir del segundo.

Las imprecisiones del dueño de casa no dejaron lugar ni para ahondar en alguna que otra polémica arbitral y el contraste se vio cada vez que los de Bartzokas probaron de la línea de tres.

El clima maquilló errores pequeños y errores grandes también. Por momentos la remontada parecía más que lógica para el Barça, aunque en lo deportivo hayan estado lejos.

El próximo rival justamente los encontrará con la moral bastante regular. Porque recuperarse después de dos golpes duros podría haber dado un subidón que en este deporte, con las emociones a flor de piel y sin tiempo para agachar la cabeza, lo hubiera hecho sentir que empezaba ya dos puntos arriba.

Veremos si hay tiempo de palear los errores defensivos de los que habló Álex Abrines con Conexión Deportiva cuando señaló que vienen “a remolque todos los últimos partidos” y el equipo puede encontrar la solución dentro del tabloncillo, para que el entorno sea más un acompañamiento y no tanto un parche.
..Gustavo Gallardo / @GallarGus

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