Maturín, la sede del golpe sobre la mesa de La Vinotinto

La sede de Maturín como casa de La Vinotinto ha sido un completo éxito por los momentos. Casi 100.000 boletos vendidos en dos juegos y un par de victorias para Venezuela han sido dos razones muy contundentes.

Sin embargo, más allá de los importantes triunfos ante Paraguay y Chile. Maturín se levantó con bríos en hacer respetar a La Vinotinto de una vez por todas en temas de logística.

Eliminatoria tras eliminatoria, las artimañas de cada una de las delegaciones en el continente hacen "sabotear" de un modo u otro a sus rivales. Al parecer, a algunas oncenas no les gusta jugar bajo el inclemente calor del oriente venezolano.

Pero para lo interno, parece que no hay críticas algunas. Jugar en la altura de La Paz o en Quito parece que no existe cuando un equipo "fuerte" va a jugar contra uno "débil".

"Hay que empezar a sentir el impacto de la temperatura, no minimizarla", destacó Berrizo, entrenador de Chile con ciertos ánimos de superioridad moral sobre la prensa chilena y venezolana.

De hecho, el DT de la selección chilena realizó una tonta práctica de apagar el aire de los cuartos de los jugadores en el hotel para "adaptarse" al duro clima venezolano.

Año tras año, las delegaciones internacionales que vienen a jugar fútbol en Venezuela se quejan de absolutamente todo. Del estado de la cancha, hoteles, entre otros, como si fuera de las fronteras criollas fuera un continente totalmente distinto al sudamericano.

Esto no quiere decir que las condiciones de Venezuela sean perfectas de UEFA Champions League, pero si tocan lo cercano a la normalidad que se vive en este continente.

Estas críticas a lo anteriormente mencionado van más allá de lo logístico. Generalmente se utiliza cuando el partido "se viene" duro para los visitantes.

El problema no es quejarse, sino el tono de desprecio que se le hace a un país que está haciendo un esfuerzo titánico para tener una normalidad en plena crisis económica que ha sido una de las más fuertes de la historia de la humanidad.

Al parecer el sentido de humanidad se pierde y se suma al de la arrogancia en creer que todo debe ser perfecto para las delegaciones deportivas cuando se hace un evento.

Pero quejarse del calor, del ruido de los fanáticos solo se realiza ante selecciones "inferiores" para escudar las derrotas que se tienen contra ellos. Pocas veces se habla de estos temas cuando se va a jugar en Colombia o en plena Amazonía brasileña.

Las prácticas de no ceder la cancha, apagar las luces, llevar hinchadas a los hoteles son prácticas muy sureñas, que se han normalizado por esos lares, pero parece que cuando les toca una décima parte a las que apoyan estas situaciones, hacen pegar los gritos a los cielos.

Es hora de hacer respetar a La Vinotinto. Cuando se gana o se saca un punto hay que darle el mérito correspondiente. Ya es hora de hablar de fútbol cuando se pierde y evitar tocar el tópico de la logística para no aceptar que el rival fue superior. Todo es cuestión de respeto, nada más, nadie tiene a Jesús jalándole las barbas.
..Andrés Hernández Mendoza / @andresraul7

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